Por: Gerardo Ibarra
Instalar el Mando Único de la policía en San Luis Río Colorado, en el mes de agosto pasado y controlado por el gobierno estatal, resultó una de las mejores decisiones del mandatario estatal. La medida, que buscaba recuperar el control de una región asediada por la violencia y el crimen organizado, ha mostrado resultados en un corto periodo de tiempo.
La violencia disminuyó en la plaza de manera considerable. Antes de la instalación del Mando Único, se registraban entre 40 y 50 homicidios dolosos mensuales, una cifra alarmante que reflejaba una escalada peligrosa. En los últimos meses, y particularmente en diciembre, los homicidios bajaron de manera extraordinaria a diez casos. Aunque las balaceras no han cesado y la lucha entre cárteles sigue siendo una realidad, esta reducción demuestra que el cambio de estrategia está surtiendo efecto.
El hecho de retirar el control de la policía municipal para colocarlo bajo el mando estatal trajo consigo retos significativos para las autoridades locales. Este cambio evidenció las debilidades estructurales de la corporación municipal, que había sido infiltrada en algunos casos por el crimen organizado. Ahora, con el regreso de la administración local, la responsabilidad de manejar una corporación lastimada recae directamente sobre el municipio.
Además, los cerca de 800 elementos adicionales que trajo consigo el Mando Único, provenientes de la Guardia Nacional, Sedena, Marina y Policía Estatal, ya no estarán en la región. Esto implica una reducción considerable en el control de una ciudad y un valle con extensiones territoriales muy amplias. La ausencia de este refuerzo obliga a enfrentar la delincuencia con sus propios recursos.
Como se dice vulgarmente, el municipio tendrá que “rascarse con sus propias uñas” para encarar este desafío. Aunque la responsabilidad formal de combatir al crimen organizado recae en la autoridad federal, la policía local es el primer respondiente en todos los casos. Este reto también representa una oportunidad única para que el municipio retome el control y promueva acciones preventivas y correctivas.
Entre estas acciones, destaca la necesidad de instalar programas contra las adicciones, que son una de las principales causas que alimentan el ciclo de violencia. También es crucial impulsar actividades recreativas y deportivas desde los barrios, las escuelas y las familias. Estos esfuerzos no solo ayudan a prevenir la delincuencia, sino que también contribuyen a fortalecer el tejido social.
Atacar las causas profundas de la violencia es una tarea titánica que requiere tiempo, recursos y una visión a largo plazo. Sin embargo, el contexto actual podría ser el momento adecuado para iniciar programas que rescaten el tejido familiar y brinden alternativas a los jóvenes. La construcción de una sociedad más segura no solo depende de la fuerza policial, sino también de una estrategia integral que involucre a todos los sectores de la comunidad.
En conclusión, la experiencia de San Luis Río Colorado con el Mando Único ha dejado lecciones valiosas. Si bien la violencia no se ha erradicado por completo, la disminución significativa de los homicidios demuestra que es posible lograr avances mediante una combinación de estrategias contundentes y acciones preventivas. Ahora es el turno del municipio de demostrar que puede sostener y ampliar estos logros, enfrentando el crimen organizado mientras trabaja en las raíces del problema. El reto es enorme, pero también lo es la oportunidad de transformar la región.